La verdad es que no recuerdo exactamente a qué edad empecé a usar sujetador, pero sé que fue bastante más tarde que la mayoría de mis amigas. No era algo que me preocupara, pero no deja de ser un poco irónico que años atrás pareciera que me iba a quedar “plana” y al final haya ocurrido todo lo contrario.
Así que son ya muchos años con mi amigo el sujetador, calculo que unos 13. Y de esos 13, aproximadamente 10 ha sido mi prenda más odiada. Al principio me hizo mucha ilusión poder usarlo al fin, claro, pero conforme iba ganando talla, el odio iba aumentando. Hace un par de años me reconcilié con mis sujetadores gracias a un gran descubrimiento: MI TALLA.
Puede parecer una tontería muy grande, pero para mí conocer mi talla y empezar a usar sujetadores cómodos y que me sentaran bien fue toda una revelación. No voy a usar la típica frase de “me cambió la vida”, pero casi. Me pasé años pensando que mis tetas eran demasiado grandes para llevar sujetadores bonitos y que tenían una forma muy fea y amorfa que hacía que ningún sujetador me sentara bien y me resigné a pensar que la ropa nunca me iba a quedar como yo quería. Era uno de mis “defectos” y punto.
En todo ese tiempo de odio, me dejé aconsejar por diversas dependientas de corseterías, grandes almacenes, etc. Toda ilusa entraba a las tiendas preguntando por un sujetador “que recogiera” porque normalmente no me sujetaban nada. Ante esa demanda, siempre me sacaban los sujetadores más feos de la tienda. Al final una se acostumbra a todo. Llevarme a casa uno que fuera liso y negro era todo un triunfo. Y que me quedara medio bien era más triunfo todavía. Recuerdo una vez que encontré uno de marca Calvin Klein que me gustaba mucho: Liso y laso y me entraban las tetas dentro. Me lo compré en todos los colores que encontré, incluso me lo pidieron a otra tienda para conseguirlo en colores nuevos. Normalmente lo que ofrecían eran tallas 95 y 100 con copas C y D, así que suponía que mi talla era alguna dentro de ese rango.
Un día me acerqué al Corte Inglés de Gijón a buscar un suje nuevo. La chica que me atendió me preguntó qué talla llevaba y le dije “la 95D o la 100C, no lo sé”. Me miró y me dijo: “Imposible que lleves una 100. Pasa al probador y te voy sacando modelos”. Igual me probé unos 20 sujetadores. Diferentes tallas y diferentes modelos, hasta que esa mujer dio por fin con mi talla. Era la 90G. En mi vida había oído hablar de sujetadores con copa G. Me daba igual, estaba feliz porque me quedaba PERFECTO: me sujetaba, no se me movía por ningún lado, me levantaba el pecho y estaba comodísima. La parte mala fue mirar la etiqueta y ver que los modelos disponibles en esa talla costaban alrededor de los 80 euros.
Estaré eternamente agradecida a esa mujer. A partir de ahí, empecé a descubrir un mundo nuevo de corsetería: empecé a comprender cómo funcionan las tallas, cómo tiene que quedar un sujetador y por qué los que usaba hasta entonces no me iban bien, que hay muchísimas opciones de tallas grandes donde elegir a precios razonables y un montón de cosas más que intentaré contaros a todas poco a poco en este blog.
Ahora me he cambiado a la 85H, me va mejor. La última vez que estuve en Inglaterra aproveché para pasarme por Bravissimo, que tienen fama de hacer los mejores fittings del país y la conclusión fue la misma. Llevo una 85H o 90G, aunque últimamente debo haber engordado y veo que estoy más bien en una copa más.
¿Y tú? ¿Cuál es tu historia? ¿Sabes cuál es tu talla? ¡Deja tu comentario!